4/10/16
Grupo Insud
Generales
Biotecnología: la ciencia es un buen negocio
Según un informe de Endeavor, el sector biotecnología de CABA y Gran Buenos Aires desarrolló un ecosistema de empresas y emprendimientos que ya emplea a más de 8.000 trabajadores. Aún contra viento y marea, la investigación científica puede ser un buen negocio. Buenos Aires es una de las pocas ciudades de Latinoamérica con una industria de biotecnología en crecimiento. A esa conclusión esperanzadora llegó el equipo de investigación de Endeavor, que presentó el 9 de marzo último un pormenorizado estudio sobre el desarrollo biotecnológico argentino. La presentación contó con la presencia de Facundo Gómez Minujín, presidente de J.P. Morgan en Argentina; Susana García Robles, Especialista Principal de Inversiones de BID-FOMIN; Martín Migoya, co-fundador de Globant y miembro del directorio de Endeavor Argentina; Silvia Torres Carbonell, subsecretaría de Economía Creativa de la Ciudad de Buenos Aires, y Graciela Ciccia, directora y miembro fundador de la Cámara Argentina de Biotecnología y Directora de Innovación y Desarrollo Tecnológico de Grupo Insud. El informe señala que el sector biotecnológico ya suma más de cien compañías que producen millones de dólares en ventas anuales. Su desarrollo tuvo lugar a pesar de desafíos como la inflación, los bajos niveles de financiación de proyectos de investigación científica y la limitada disponibilidad de capital privado para invertir. El informe remarca que los emprendedores construyeron sobre algunas oportunidades locales. Una fue el importante legado del país en las ciencias biológicas; la otra, la larga tradición de compañías farmacéuticas fuertes, que aseguraron el capital humano necesario para crear empresas de biotecnología. Algunos emprendedores de las farmacéuticas tradicionales comenzaron, a principios de la década del 80, a mirar más allá de la producción y a crear proyectos concentrados en la investigación y el desarrollo. Uno de ellos fue Marcelo Argüelles, presidente de Sidus, una de las empresas farmacéuticas más grandes de Argentina. En 1983, su división de biotecnología se convirtió en una empresa independiente, BioSidus. La clave fue concentrarse en la producción de productos biosimilares, es decir, compuestos casi idénticos a productos médicos ya utilizados, cuyas patentes han expirado. Biosidus provocó un efecto dominó que ayudó a catalizar la industria. En las décadas siguientes, sus empleados fundaron otros negocios enfocados en la biotecnología, y utilizaron el entrenamiento y los conocimientos recibidos en la empresa. Hay que ampliar los programas educativos, crear incentivos nacionales e incrementar el gasto en investigación. Otro caso fundamental fue el de Grupo Chemo. Sus fundadores, Hugo Sigman y Silvia Gold, reconocieron la importancia de la innovación y establecieron una red pública-privada para la investigación, junto a Laboratorios Elea. Con el foco puesto en investigación y desarrollo (I+D), generaron productos innovadores. Su impacto en la red de empresas de biotecnología fue significativo: fundaron mAbxience, especializada en la fabricación de medicamentos biosimilares, e invirtieron en PharmADN y Sinergium Biotech. Esta primera ola de emprendedores tenía experiencia y fondos internos para llevar a cabo sus proyectos. Una vez que lograron establecerse, incentivaron una segunda ola, que tuvo lugar en I los últimos quince años. Según Endeavor, existieron conexiones de tres tipos: inversiones, emprendimientos seriales y spinouts de antiguos empleados (aquellos que se desprenden de un emprendimiento previo). Desde Endeavor se destacó el hecho de que las empresas más exitosas "reinvierten su éxito en el ecosistema". El sector, además, ha fortalecido a dos grupos de trabajadores: los investigadores, que pueden desempeñarse localmente, y los técnicos que trabajan en laboratorios y en los procesos de producción. ¿Qué falta, sin embargo, para que el ecosistema continúe su crecimiento? Las recomendaciones son claras: es necesario -desde el sector público- ampliar los programas educativos, crear incentivos nacionales e incrementar el gasto en investigación. Desde el sector privado, es importante que los programas educativos funcionen con aportes de los emprendedores, y también lo es desarrollar dentro de las compañías el capital humano y las relaciones de mentaría. Susana García Robles, Especialista Principal de Inversiones de BID-FOMIN, aseguró | que el diálogo público- privado es fundamental. "Que el científico se vuelva un poco más comercial y que el emprendedor entienda que tiene que meterse en el mundo de la ciencia con una visión diferente", concluyó. Crecimiento de la industria Biotec: logros y desafíos "No es posible que haya un ecosistema sin el emprendedor, el Estado, los inversores, las organizaciones como Endeavor que fomentan estos vínculos, y las grandes empresas", declaró Silvia Torres Carbonell en el panel de debate que se llevó a cabo luego de la presentación del reporte de Endeavor. Martín Migoya, co-fundador de Globant y miembro del directorio de Endeavor Argentina, también remarcó la importancia de esta vinculación. "Para incentivar la dinámica de inversión desde las empresas que ya tuvieron éxito hacia la gente que está empezando, el Estado tendría que tener un rol importante, quizás incentivando desde el punto de vista de los impuestos", aseguró. LOS LOGROS DE LA INDUSTRIA Por Graciela Ciccia, miembro fundador y directora de la Cámara Argentina de Biotecnología. Sin dudas, la Argentina tiene una oportunidad única para liderar el sector de la bioeconomía en la región. Cuando fundamos la Cámara Argentina de Biotecnología (CAB) teníamos el objetivo de crear un marco de trabajo innovador para promover el desarrollo del sector en nuestro país. Agrupamos entonces a empresas líderes en salud, biocombustibles, alimentos y agronegocios. Hoy, cuatro años después, disfrutamos de la potencia que significa unir disciplinas, economías regionales y experiencia internacional. Es necesario que nuevos jugadores se involucren en el sector de la bioeconomía. Para impulsar la generación de nuevos bioemprendimientos, hay tres aspectos fundamentales a tener en cuenta: 1. Convergencia tecnológica: Las nuevas oportunidades de negocio irán de la mano de la confluencia entre la biotecnología, las TICs y la nanotecnología. Los biosensores, las apps para controlar enfermedades como diabetes e hipertensión, y la agricultura de precisión contribuirán a mejorar nuestra vida de forma radical. 2. Financiamiento: Los proyectos innovadores necesitan de inversiones iniciales significativas. Es necesario que nuevos jugadores se involucren en este sector, promoviendo el desarrollo de capitales de riesgo (venture capital) y de fondos de inversión. 3. Vinculación público-privada: Tenemos gran cantidad de recursos humanos especializados con poca vinculación con el mundo empresarial. En este sentido, Bioargentina, un evento que organizamos desde la CAB de one on one partnering es clave para construir lazos entre el mundo privado y el científico. Por otra parte, es necesario fomentar la creación de aceleradoras y company builders para generar nuevas empresas de base tecnológica. En conclusión, tenemos todos los elementos clave y necesarios a mano. Es tiempo de emprender.