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12/10/16

Grupo Insud

Generales

Arte en Venecia: Bienal con acento argentino

Emocionado, abrazado a su mujer, la dramaturga Griselda Gámbaro, Juan Carlos Distéfano agradeció ayer el enorme privilegio de exponer sus obras de arte en el Pabellón Argentino de la 56a Bienal de Venecia. Eran casi las siete de la tarde cuando el canciller Timerman y la embajadora Magdalena Faillace dejaron oficialmente inaugurado el envío nacional en los Arsenales venecianos. Minutos antes, en teleconferencia desde Chaco, habló Cristina Kirchner y celebró la obra "del gran escultor a quien conozco menos que a su mujer, la querida Griselda Gámbaro", dijo en un mensaje que resultó más breve de lo previsto. Ya se sabe, la tecnología suele jugar una mala pasada en el momento menos pensado. Justo cuando la Presidenta se disponía a disertar sobre el sentido de la Urpila de Buenos Aires, esa emblemática pieza en la que Distéfano rinde homenaje al gran Gómez Cornet, la comunicación se cortó. Poco duró la teleconferencia en un día que había comenzado accidentado, con un incendio en el aeropuerto Fiumicino, de Roma que obligó a suspender los vuelos de la mañana y al canciller a tomar un tren a Venecia. El pabellón, una antigua sala de armas de los Arsenales donde los barcos que iban a Oriente guardaban sus atalajes, conserva los muros de ladrillo y un increíble techo con vigas de madera, que, según recordó el presidente de la Fundación Bienal, Paolo Baratta, "es el único que queda intacto". Baratta llegó puntual a la cita de la inauguración, pero no pudo esperar al canciller. Es el hombre más solicitado de toda la Bienal y tiene una inauguración cada 30 minutos. Fue él quien negoció con el gobierno argentino la posibilidad de alquilar por 20 años un espacio propio y evitar la condición de "país nómade". El edificio se restauró con respeto y quedó inaugurado en 2013 en la anterior Bienal de arte, con la obra de Nicola Costantino, eje de una polémica de la que muchos prefieren no hablar. En este caso, la obra de Distéfano concilia voluntades y ha ganado también el favor del público en una edición en la que el lenguaje de la figuración, la escultura y la pintura están casi ausentes y han sido reemplazados por arte conceptual, instalaciones, videos y también inéditos cruces de disciplinas que responden de manera dispar a la propuesta curatorial "Todos los mundos futuros", lema del nigeriano Okwui Enwezor. Una edición anticipada a la que el clima le sienta bien: sol primaveral y la luz tamizada por la bruma de la laguna que el inglés Turner supo pintar como nadie. Lainauguración del envío argentino demoró un día y una hora más de lo previsto por cuestiones de agenda oficial. Ayer, la teleconferencia presidencial coincidió con el acto de apertura de un hospital en Chaco; dos realidadesy geografías poco afines y difíciles de conciliar. Además de las autoridades, acompañaron a Distéfano, Hugo Sigman, CEO del Grupo Insud y su esposa, la Dra. Silvia Gold, quizá los mayores coleccionistas de sus obras de arte; las galeristas Orly Benzacary Teresa Anchorena; la presidenta de la Fundación Proa Adriana Rosenberg; OscarSmojlan director del Museo de Neuquén, y los artistas Marta Minujin, Ana Gallardo Liliana Porter, Adriana Lestido, Max Gómez Canle, Tomás Espina, Zulema Maza y Martín Di Girolamo. Entre las 23 obras de arte de Distéfano que se presentan en La rebeldía de la forma, selección curada por María Teresa Constantin, con montaje de Patricio López Méndez y Federico Fishbarg, se destaca la última pieza que secretamente Distéfano terminó cuando el envío ya estaba anunciado. Inspirada en El secreto de Erna, de Lino Enea Spilimergo, la Erna traviesa, recrea la historia de una joven prostituta que acaba suicidándose.  

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